OLGA KERN EXCEPCIONAL
0:17La actuación de la pianista Olga Kern dio la oportunidad al público que asistió el pasado juevesal Teatro Nacional Eduardo Brito, de disfrutar de una instrumentista dueña de una destreza alucinante, interpretar las maravillosas obras de cuatro grandes maestros de la música.
Excelente forma de celebrar los 36 años de labor del Teatro Nacional. A pesar de la sobriedad del espectáculo, la presentación de Kern llenó con su arte la sala y no faltó nada más.
El público desafió el interminable aguacero que empapó la ciudad para no dejar de ver a la artista y envolverse en el embrujo de la música.
Ese empeño tuvo una grata recompensa con la formidable ejecución de la joven pianista.
Kern, a quien la divina providencia otorgó, aparte de su talento para la música, belleza y elegancia, se transformó al momento de sentarse al piano. Al poner sus dedos sobre las teclas pareció haber sido poseída por las notas y, con la conc ent ración de todo su cuerpo, se movió sobre el banco al compás que le dictaba la obra en su cabeza.
Dejándose llevar, parecía haber entrado en un delicioso trance que le hacía agitar las manos como si estuviera dirigiendo, al tiempo que la expresión de su rostro tomaba el carácter de la pieza que tocaba.
En ese sentido mostraba con sus gestos el placer que le produce tocar, sobre todo en la Sonata No.2 en si bemol menor, Opus 36 de Sergei Rachmaninov, en la que parece haber sentido una catarsis por la belleza de la obra.
ENTRE APLAUSOS Y AUTÓGRAFOS
Ovación La gran ejecución de la pianista, que está familiarizada con Rachmaninov y Tchaicovsky, fue agradecida por un público que la ovacionó y mimó tanto que la pianista hubo de hacer tres piezas más, luego de haber terminado el programa.
Jóvenes fanes Al final de la función un grupo de jóvenes estudiantes de música la esperaron a la puerta de su camerino para que Olga Kern les firmara sus programas de mano. Esto lo hizo Kern sonriendo y bromeando, sin la solemnidad y concentración de que se había revestido unos minutos antes.
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