Si Charles Dickens, en su Inglaterra de fines del siglo 19, hubiera podido imaginar siquiera por un par de minutos el futuro, se hubiera quedado con un palmo de narices a ver los copos de nieve de su día de Nochebuena en Londres cayendo sobre los lentes especiales en salas de cine del mundo entero.
Pero, aunque espantado, puede que hasta extasiado, no creo que se hubiera alegrado demasiado. En realidad, se han llevado a la pantalla mejores versiones de su “A Christmas Carol”.

Sin embargo, Zemeckis no es un director maravilloso pero sí un buen artesano, y su puesta en escena, muy a pesar del tratamiento especial que se le confiera a los intérpretes para que no luzcan normales (algo cuya finalidad nunca hemos entendido ni acabamos de aceptar), muy a pesar de tener que pasarse el tiempo buscando la manera de que algo, copos de nieve aparte, pudiera ser captado por ojos y narices de los espectadores por aquello de la Tercera Dimensión, de todas maneras se las arregla para hacernos pasar un buen rato.

Claro, también sucede que Dickens es tan formidable que es capaz de resistir cuanta mojiganga se inventen los de Hollywood.

Y Jim Carrey, haciendo de Scrooge niño, muchacho, adolescente, maduro, viejo u lo que sea, es un amasijo de maquillaje que nos hace tratar de adivinar si realmente está actuando y no simplemente chillando.

FICHA
Los fantasmas de Scrooge (A
Christmas Carol)
Dirección y Guión: Robert
Zemeckis, sobre obra de
Charles Dickens
Fotografía: Robert Presley
Musicalización: Alan Silvestre
Intérpretes: Jim Carrey, Gary
Oldman, Colin Firth, Robin
Wright Penn y Bob Hoskins.