La vida de ‘Coco Chanel’ llevada a la gran pantalla

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De Gabrielle Chanel, más conocida en el mundo entero como Coco Chanel, su vida, parte de ella, es lo que vemos en este film de la realizadora francesa Anne Fontaine.
Es un recorrido, es una estampa, pero no solamente de esos primeros años de la diva de la moda mundial, justo antes de hacerse famosa, sino de la misma Francia, de la Europa que dormía plácida y tranquila en su mundo de arte y fantasía antes de que se desataran los funestos hechos de la Primera Guerra Mundial.

Coco, pequeña en el orfanato, rodeada de monjas, envidiando a aquellas niñas afortunadas que eran recogidas por sus padres los fines de semana; Coco trabajando en un burdel junto a su hermana mayor, pero no como prostituta sino como “entertainment”, cantando ambas a dúo esa canción que le dio su apodo, bebiendo champán con algunos clientes, uno de ellos el Barón de quien se enamora Adrianne, otro Balsan, millonario excéntrico con ideas muy de la época (en Inglaterra las mujeres trabajan, aquí todavía somos galantes) con quien más adelante Coco habría de tener una relación un tanto ambigua.

Y más adelante Coco conoce a Arthur “Boy” Capel, joven y atractivo inglés, amigo de Balsan y queda prendada, sobre todo porque se percata de que Balsan no piensa jamás en casarse con ella, que ella podría pasarse años siendo una especie de juguete del millonario, una “rara avis” para sorprender a sus visitas de todos los tipos.

Todos esos detalles de la vida de Coco Chanel discurren inmersos en la belleza impoluta de la campiña francesa, luego en París cuando ella, liberada, decide dejar sus intentos de vivir una vida sosegada y “feliz” con algún hombre para crear su propia vida, para trabajar en firme con aquello que poco a poco se va convirtiendo en una verdadera pasión que habría de arropar el mundo años después: su deseo de crear diseños, primero de sombreros, esos artículos que tanto usaban las mujeres en la época, sombreros que poco a poco van apareciendo en los salones de la clase acomodada de París, luego de ropa, y es la brillantez de esos diseños lo que habría de convertir a esa humilde muchacha de niñez y juventud infeliz en una verdadera luminaria.

El film, bajo la dirección de la Fontaine, marcha con la suavidad que es propia de la época, sobre todo en ese mundo en que va formando su vida Coco.

Tomas suaves, pausadas, que nos van llevando a comprender los cambios en la vida de la joven, incluso aquellos cambios en los cuales ella no pudo decidir o incidir, como lo ocurrido con “Boy” Capel. Ella, voluntariosa, trata en principio de no hacer lo mismo que Adrianne, porque dice o intuye que su hermana nunca terminaría por casarse con el Barón. Ella tampoco habrá de casarse, pero su vida junto a los dos hombres que la amaron y protegieron no fue una entrega por interés, sino, primero, un acto de supervivencia, luego, uno de amor.

Hermosa y bien cuidada la fotografía, excelente musicalización, muy buenas interpretaciones y, decididamente, una buena y hermosa historia.

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