“Yo también”, hermosa historia
0:06 Estamos ahora sentados pensando en este film dirigido y escrito por Antonio Naharro y Álvaro Pastor y todavía seguimos asombrados por sus dos principales intérpretes.
Claro, no se trata de Lola Dueñas, una excelente actriz ya probada, pero sí de Pablo Pineda y unos cuantos de sus iguales.
Porque todos ellos padecen del Síndrome de Down.
O sea, son personas que son vistas con mirada de lástima, son seres a quienes se tiene pena pero que jamás considerarían un padre o una madre como futuro novio o novia de algún hijo o hija suya. Porque…no son “normales”.
Sin embargo, es muy posible que, luego de ver este film español, esa idea preconcebida sobre ellos cambie. No es que creamos que ahora padres van a aceptar la idea señalada, pero sí que comprendan que, como cualquier persona “normal”, estos seres sienten, padecen, sufren, aman y disfrutan como todos los demás.
La historia de Laura, la historia de Daniel, a quien muchas veces le toman por “niño” a pesar de sus 34 años, es tan hermosa que nos llega muy adentro. Laura se encariña con Daniel, lo cuida, lo mima, sale con él a divertirse.
Pero Laura es una chica moderna que gusta de vivir la vida con intensidad, que no se pone muchas trabas para pasar la noche con algún enamorado, que, como en un momento le dice a Daniel, “me he acostado con muchos, muchísimos hombres”. Pero Daniel, a pesar de su edad, sigue pensando casi como un niño, confunde esa amistad con amor, desea que ella le corresponda, y sufre intensamente cuando comprueba que eso no es posible.
Esa historia se mezcla con las de otros dos compañeros de Daniel, dos que bailan juntos y se enamoran perdidamente, y son perseguidos como delincuentes, sólo porque ellos quieren sentir, vivir su amor como todos los demás.
Lo formidable de este film, entonces, repetimos, es la actuación de esos que padecen el Síndrome de Down, en especial ese Pablo Pineda que llega a conmovernos, a emocionarnos, a dejarnos pasmados con una caracterización que es y no es, es porque interpreta a ese personaje, a Daniel, no lo es, porque sí es, en efecto, un hombre que padece del Síndrome, y que nos demuestra su capacidad intelectual, su agilidad mental, la certidumbre con que expresa las más variadas emociones, sentimientos y razonamientos.
El film, como cine, es un tanto lento, sufre de la delectación de sus creadores en sus personajes a ratos sin que tales enfoques hagan moroso el dinamismo de la edición, pero, aún así, lo recomendamos a carta cabal.
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