UNA DOBLE DE LETIZIA ENTRE LAS MISSES

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Cincuenta y dos mujeres fueron las que se reunieron días atrás en el marco incomparable de Marina D´Or ciudad de vacaciones (sólo faltó Anne Igartiburu) para el certamen de Miss España que ya empieza a ser un clásico por esa zona. La tinerfeña de diecisiete años, Patricia Rodríguez, fue la elegida por el jurado y el público que participó vía sms en la gala que retransmitió Telecinco. Sin duda era una de las favoritas. De esa circunstancia debieron darse cuenta las otras cincuenta y una aspirantes, ya que que la ganadora no titubeó al decir en su minuto de oro de la gala que al principio le costó mucho integrarse en el grupo. Gracias a ese arranque de sinceridad, que además le hizo alzarse con la corona, muchos se percataron de lo mal que la canaria lo pasó cuando se fue de viaje con las otras misses a la República Dominicana y el vacío que notó cuando vieron cómo era físicamente. El vacío de los primeros días, sólo aliviadao por la representante de Las Palmas, se palpaba en el aire. Todas soñaban con llevar el título a su casa y todas vieron que la tinerfeña podía acabar con esa ilusión. Y no se equivocaron. Ahora esas cosas ya no se cuentan pero en las preliminares los que viajaron y hablaron con las bellas aseguran que no lo tuvo muy facil para adaptarse, tal y como reconoció en la ceremonia, y es que hasta el más ciego puede ver que la canaria es una miss de libro.

Sin embargo, lo que no todos vieron es el extraordinario parecido que la representante de Melilla, Vianca Rodríguez, tiene con la Princesa Letizia. Más alta, más joven pero el aire no sólo recuerda sino que resulta asombroso sobre todo al natural y más cuando se expresa o se mueve. Vianca estuvo entre las favoritas, se llevó el título de «Miss Elegancia» y no se desacrta que represente a España en alguno de los certamenes internacionales puesto que la ganadora y su primera dama no cumplen la edad reglamentada (18 años antes del mes de febrero) y de ahí que tal vez acabe viajando a «Miss Universo» o «Miss Mundo». En cualquier caso «Miss Melilla» no tiene pinta de ser mujer conformista. Cosechó sus críticas cuando en su intervención televisiva derramó sus lágrimas al acordarse del padre de su novio («le quería como a un padre»), pero repitió después que volvería a presentarse por vivir esa experiencia. Lo dicho: quedó la cuarta pero no hay que perderla de vista.
Hablemos de fiestas
Fiesta por todo lo alto fue la que se celebró en la discoteca Gabana para dar a conocer el nuevo trabajo musical de Grecia Castellanos. Música y buenos amigos para brindar por el futuro del disco. Entre los asistentes no faltó el torero Miguel Abellán con su pareja la actriz Natalia Verbeke ni el televisivo Carlos Lozano que mantiene estos días su particular batalla judicial con su ex pareja Mónica Hoyos, con quien tiene una hija. Sus desencuentros en los últimos meses han terminado ante el juez, que será quien dictamine las medidas que deben adoptarse en esta ruptura y el régimen de visitas para estar con la niña.
También fiesta para estar con los grandes de la decoración fue la que organizó la revista AD con la entrega de sus premios. Como siempre, lo más granado del mundo de puertas para adentro (o arquitectos de interiores que mola más) y algunos rostros habituales para dar lustre al acto. Entre los más adorables vi a Mario Vaquerizo y entre los que más pereza provocan, al sevillano Rosauro Varo (el presunto noviete de algunas famosas) que en invierno sigue tan rubio como en verano. Ana García Siñeriz reaparecía estupenda tras despedirse de la audiencia de Cuatro y José Toledo hacía lo que mejor sabe: presentar los premios y hablar de los galardonados.
Todo muy «cool», justo lo contrario de la cena de los premios Mayte de teatro que tuvo nueva polémica esta vez protagonizada por Victoria Vera y Loles León que no escatimaron su ágil vocabulario para increparse mutuamente. El motivo fue el discurso que Vera realizó desde su papel de maestra de ceremonias cuando se refirió al papel que los artistas siempre habían desempañado siendo críticos con el poder a lo que Loles respondió con que no estaba de acuerdo interrumpiendo su intervención y amenazando con abandonar el local. No hubo beso de reconciliación pero sí cotilleo por todas las mesas que se animaron con esta bronca en femenino. Lo de todos los años.

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