El atractivo de este concierto se asentaba en el magnífico recuerdo dejado por Rollins hace dos años. Suele suceder cuando en esta cita comparece alguna supernova de sus dimensiones. Dicho y hecho; arrancarse por «Sonny, please» y continuar con «In a sentimental mood» fue todo uno. Catárticos los músicos. Y, aunque algo flojo de fuelle -la edad no perdona-, derroche de poderío el de Rollins ejercitando opciones melódicas en el manejo de su instrumento.

Cuando llega «Someday I´ll found you» y la comunión es total con la audiencia. Nadie ha sabido dar al autor del tema, Noel Coward, el carisma que el tenorista ofrece con su reformulación instrumental. Ni Dinah Washington en «Mad about the boy». Ni Marianne Faithfull en «20th Century blues». Listo que es. Y, por otra parte, tampoco cabe despacharse con él como con Miles Davis, reprochándole que trabaja poco en la escena; Rollins no se queda atrás a la hora de empujar tan fuerte como sus socios.

Entre éstos, el guitarrista Bobby Broom es -junto al bajista Bob Cranshaw, el percusionista ghanés Kimati Dinizulu y el nuevo baterista Kobie Watkins- un excelente soporte rítmico. Pero es en el trombón de Clifton Anderson donde Rollins tiene un aliado imprescindible a la hora de dar réplica a sus aventuras. Si alguien quiso sumergirse a fondo en ellas en la segunda parte del concierto, tanto en el clásico de Guy B. Wood y Robert Mellin, «My one and only love», como en el inolvidable sprint final que terminó en «Jam blues», lo tuvo a esgalla. El sabio fue aclamado con atronadores aplausos.