JUEGO LETAL MAS CIENCIA FICCION

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Lo dicho... Cualquier historieta que se desarrolle siquiera tres meses en el futuro y, sobre todo, que tenga mucha acción, muchos tiros, muertos, violencia generalizada, es susceptible de ser presentada como “ciencia ficción”.
La presente, “The Gamer”, cuenta sobre un poderosísimo millonario de la TV que consigue un trato especial con el gobierno norteamericano: que los condenados a muerte y otros no tanto puedan participar en un juego en el cual se matan unos contra otros a puro balazo, con ametralladoras, granadas de mano y de todo lo que puedan encontrar (o se les suministre). Y, ¿por qué participan? Pues porque aquel que sea un condenado a muerte no tiene de por sí mucho que perder, pero, si interviene en 30 episodios y sobrevive, entonces es dejado en libertad.

Ahora bien, el asunto es mucho más complicado de lo que parece a primera vista: en realidad, aunque Kable (el héroe de la historia, interpretado por el buen mozo de moda, Gerald Butler) lleva ya 27 episodios de la truculenta serie sobreviviendo a pesar de que ningún otro había pasado de seis, lo que sucede es que no todo se debe a la destreza de los contendientes: tras cada uno de ellos hay alguien que ha pagado su buen dinero para dirigir, cibernéticamente, a alguno de los combatientes.

Y entonces uno se pregunta: si triunfar, como lo hace Kable, no se logra por obra y gracia de su capacidad de combate, su astucia, su fuerza, ¿qué condiciones ostentan aquellos que les dirigen? Porque el encargado de Kable no es más que un jovenzuelo, el de otro un obeso que se la pasa comiendo. O sea, que no entendimos la idea. Es demasiado profunda para nuestra limitada inteligencia, o que es (sospechamos) parte de todo un señor disparate sin mucho fundamento. Claro, el villano es Castle, el super millonario, porque su endiablado programa se ve a nivel mundial (como es natural: lo peor es lo que rinde más beneficios, lo soez, lo ruin, descarnado y vil es lo que rinde, lo que más se ve y se escuche, y si no lo creen pregunten por los programas más rentables en radio y TV en el país), y al final el bueno, o sea, el buen mozo que está de moda, se alzará con el santo y la limosna.

Claro, la dirección artística y la fotografía y edición quieren parecer más modernos, más del “futuro”, por lo cual todo es luces, destellos, cortes violentos...

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