El vinagre de Sabina
8:55Llegó con todas las ganas. Sonriente, se le vio feliz de reencontrarse con su público dominicano. Junto a sus incondicionales, Pancho Varona y Antonio García de Diego, con quienes se ha encanecido y arrugado entre giras, canciones y escenarios, como lo han hecho Charly Watts, Ronnie Wood, Keith Richards y Mick Jagger.
Pero todas las buenas intenciones de pasarla bien en el escenario se le fueron al cantautor español, primero con el luminotécnico, al que tuvo que mandar a bajar las luces en varias oportunidades.
Más aún, el humor de Sabina se desplomó cuando en mitad de la declamación de uno de sus versos, una persona del público le lanzaba los flashes de su cámara a los ojos a muy poca distancia de la tarima.
El artista detuvo el concierto e increpó a la persona diciendo que él no iba a hacerle fotos a su trabajo y que era una persona muy seria en su oficio.
“Canta una Panchito, en lo que se me quita el cabreo”, dijo justo cuando iba a entonar “Cristales de Bohemia”, incluida en su más reciente producción, “Vinagre y rosas”.
Otra cosa que parece haber molestado al artista, nacido en Úbeda (Jaén) hace 61 años, es que los que estaban delante se mantenían sentados, mientras que el espectáculo invitaba a estar de pies y bailando. “Estamos vivos, no somos artistas de plexiglás, ni de plástico”, expuso Sabina.
Sabina se presentó anoche en la Arena de Cibao en Santiago, el espectáculo en el que la banda intérpretó unas 30 canciones, en un largo recorrido por temas nuevos como “Tiramisú de limón” y “La viudita de Cliquort” y conocidos cómo “Peor para el sol”, “ La del pirata cojo” y “¿Quien me ha robado el mes de abril”, con melodías rancheras, de rumba y rock.
MAL LUGAR PARA CONCIERTOS
A las molestias que sintió Sabina se suman las de los presentes, quienes tuvieron que sentarse en unas sillas que formaban filas apretadas y un aire acondicionado que no se sintió.
Otra cosa es que este tipo de concierto invita a la gente a ponerse de pies y moverse al ritmo del rock. Esto molesta a los que prefieren permanecer sentados y provoca desagradables incidentes entre los que están parados y los que les piden que se sienten.
La ciudad sigue estando necesitada de un teatro para conciertos capaz de albergar de cinco a diez mil personas. El Palacio de los Deportes funciona para albergar esa cantidad de personas, pero no es un aforo con la acústica necesaria para presentaciones musicales.
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