El humor en RD queda huérfano con su partida
8:27Sus otros hijos también quedan huérfano. Los que fueron procreados a base de carcajadas le dieron a Freddy Beras la proyección más seria que haya tenido un humorista dominicano hasta el momento.
Él “alimentaba” a sus personajes y creía en ellos porque les permitía reproducir “el realismo mágico”, la rutina increíble de la sociedad dominicana.
¿Usted se esconde detrás de sus personajes para decir cosas que quiere decir y que a veces no se atreve de manera formal, fue una de las preguntas que se le hicieron en sus tantas entrevistas en LISTÍN DIARIO.
Su respuesta: “No, no tengo necesidad de eso. Lo que pasa es que la gente acepta más las críticas en una forma ligera que yo pasarme una noche acabando con el gobierno o tal situación. Además, se le da el giro humorístico, la ironía, a mí me gusta mucho utilizar eso en mi humor político con Línea Abierta, el cura confesando, las viejas rezando, los atabales, uno disfraza muchas cosas por ahí, pero no es porque me esconda. Cuando tengo que decir las cosas me quito el bigote y por ahí arranco”.
En el recuerdo
Melenciano Morrobel fue su personaje más sobresaliente. El de la sección “Línea abierta” también.
En ambos se mofaba de los políticos, su principal centro de atención.
Aunque hubo varios desacuerdos y desintegración de los equipos, con Cuquín Victoria y Felipe Polanco logró la mayor empatía en televisión y en los escenarios.
Uno de los shows más concurridos de la historia dominicana fue “Humor viejo no se olvida”, que ellos protagonizaron (además del fenecido Luisito Martí, el libretista).
Balaguer
En una ocasión el extinto Don José Miniño, quien fuera uno de los más cercanos colaboradores de Joaquín Balaguer, le llamó para preguntarle si era enemigo del ex presidente de la República porque nunca era objeto de las imitaciones y relajos de él y sus compañeros comediantes. “Entonces fue cuando Cuquín Victoria comenzó a hacer con más confianza la caracterización de Balaguer, después yo imitaba a Juan Bosch y Felipe Polanco al fenecido Peña Gómez”, indicaba.
A pesar de sus relajos, tenía sus límites: “No se puede herir la sensibilidad de la gente ni mucho menos llevar a nadie al plano personal o tocar intimidades”.
Uno de los personajes que Freddy recordaba con mucho agrado era “Cheo Moteneta’’. Era un motonetero con la voz ronca. “Tuve que dejarlo porque me estaba quedando sin voz”.
Otros: “Mudo visión”, “El vecino”, “Los siameses” (con Cuquín Victoria) o “El Abogado”, que hacía en “El show del mediodía”.
“Era un viejo abogado que cuando se presentaban las situaciones, él todo lo resolvía’’.
Sostenía que fue el primer Chapulín Colorado porque defendía y se inmiscuía en todos los problemas que sucedían en el barrio.
“Mi primer personaje fue Francisco Orlando y lo hice con Babín Echevarría, era un niño escolar muy travieso, recuerdo que usaba unas medias largas negras que me regaló Pepe Bonilla..., todo eso yo lo recuerdo con cierto cariño’’, manifestó en un encuentro periodístico.
Más de 100 personajes formaron su oferta de la risa. Si le ponían a alegir su favorito no sabía cuál porque a todos los quiso como si fueran hijos, incluyendo a Doña Angustia o a Tato Rivera (el homosexual).
“La universidad del humor’’
“La Escuelota” fue un segmento de humor que se presentaba cada martes en el programa “Punto final” (canal 9), y que sirvió para graduar a humoristas.
Su propio creador reafirmaba que “La Escuelota” era como la universidad del humor por tratarse de un concepto en el que los participantes tenían alguna idea del tema tratado.
Para estar en ese segmento había que tener cierta cultura general, pues se trataban asuntos literarios, geográficos, históricos, políticos para lo cual por lo menos debían tener los conocimientos básicos que se adquieren en la escuela normal.
HIZO TODO LO QUE PUDO: “SÓLO ME FALTÓ DESNUDARME”
EN CAMÁRA Y DETRÁS.
Freddy Beras fue “todo un personaje”. Sus medidas dieron perfectamente para albergar un temperamento lleno de matices. Eso que el público veía por televisión (que se movía como pez en el agua en el humor y lo serio) es lo que también daba a entender cuando las cámaras no estaban encendidas.
En su vida hizo todo lo que debió hacer. “Sólo me faltó desnudarme”, dijo una vez a este diario en tono de chanza.
Freddy desapareció de los fines de semana, pero siguió en el trajín diario. A “Con Freddy y Milagros”, en Telecentro, le siguió “Con Freddy y punto”, por Color Visión, el que mantuvo en el aire mientras confrontaba sus problemas de salud. Hace siete años que ya su ritmo laboral-televisivo iba bajando. El cansancio era evidente.
“Sí lo estoy. Mi deseo es darle más tiempo a mi vida, mi familia, mis hijos, mis necesidades, mis debilidades. Hace treinta años que no como en mi casa un domingo, ni Día de los Padres, ni Día de las Madres. Eso es una esclavitud, y no sólo eso, sino que es una producción que te compromete las veinticuatro horas, los siete días de la semana”, decía al justificar su salida de “El gordo de la semana”.
Desde entonces tuvo muy claro en qué iba a invertir su tiempo libre. “Mi mujer y yo tenemos una casita en una loma por ahí y quiero poder dormir allá un sábado tranquilo. Que mientras estuvo “El gordo” nunca dormí un sábado fuera de la ciudad”.
Freddy fue un pionero y su estilo una escuela. Hizo televisión con categoría y el respeto que se merece el público. la televisión como un medio para ayudar a los demás.
En cuestión de humor, labor social, precursor de nuevos sistemas técnico y como contratista de artistas fue el número uno. El polifacético artista, además, fue una suerte de “padrino” para muchos espacios que iniciaban, pues lo solían invitar al primer programa.
0 comentarios