CARLA BRUNI REGALA A SALKOSY FIESTA SORPRESA

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Las relaciones amorosas de Carla Bruni y Nicolas Sarkozy se han convertido en una pesadilla para los servicios de seguridad franceses ya que el jefe del Estado se desplaza con una nube de escoltas y tiradores de elite instalados en lugares estratégicos destinados a vigilar, con mira telescópica, los encuentros más íntimos e imprevistos.
Hace días, el embajador de una potencia europea descubrió desde su despacho personal, vigilado por servicios anti terroristas propios, que su sillón de trabajo estaba controlado por un tirador de elite, desde donde también controlaba las entradas y salidas de un famoso restaurante libanés donde la pareja Sarkozy-Bruni había decidido tomar un aperitivo «lejos del protocolo».
La noche del lunes, los servicios de seguridad del presidente tuvieron que afrontar otra situación imprevista. Carla Bruni había decidido ofrecer a Sarkozy una fiesta de cumpleaños, por sorpresa, con motivo del aniversario de sus cincuenta y tres años. Detalle íntimo y harto complejo: entre el medio centenar de invitados a la fiesta, privada, en su residencia particular, se encontraba la elite íntima y política de la «sarkozya».
La nueva Francia de Sarkozy
Con una habilidad política desconocida, hasta ayer, Carla Bruni ya ha intimado con el círculo de las mujeres más próximas y bellas del gobierno, comenzando por Rachida Dati y Rama Yade, que encarnan, ellas solas, la nueva Francia multicultural y multirracial que Sarkozy integra en su gobierno. A su lado, influyentes personajes, no siempre en la sombra, como Franck Louvrier, el más antiguo de los responsables de la comunicación de Sarkozy, desde los ya lejanos años de la alcaldía de Neuilly; o como Martin Bouygues, el gran patrón del grupo de construcción que lleva su hombre, primer accionista de TF1, el primer canal de tv independiente.
En orden disperso, estrellas de la música, la publicidad, la diplomacia y el arte de vivir local: Johnny Hallyday, Jacques Séguéla (que fue el publicitario de marca de François Mitterrand, para convertirse hoy en el «gurú» publicitario de Sarkozy) y un largo etcétera de personalidades mucho más próximas de la política de lo que pudiera parecer. Sin olvidar las notas de una cierta aristocracia del dinero y las artes de la comunicación, reunidas «por sorpresa», para ofrecer a Nicolas Sarkozy una fiesta íntima, precipitando incontables problemas de logística a los servicios de seguridad.
Presencias significativas. La madre de Sarkoy y la madre de Carla Bruni se paseaban, a sus años, con una copa de champagne, en la mano, entre los grupitos de invitados que competían en amabilidades, impartiendo maternales bendiciones de buenos deseos entre unos y otros.
La fiesta concluyó con brindis rituales poco antes de la medianoche. Los tiradores de elite apostados en las inmediaciones no conocieron hasta el último minuto la decisión de Sarkozy: ¿quedarse en casa de Carla o dormir en el Elíseo..? Es un secreto a voces que Sarkozy da públicas muestras de cansancio físico, tocado con el aura de la felicidad matinal, tras un tercer café solo, de rigor.

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