DARWIN AQUINO EL MAESTRO JOVEN
0:15Conocer a Darwin Aquino es como conocer la esperanza. Siendo director de la Orquesta Nacional Juvenil desde el año 2000, dice que se siente agradecido por los aplausos que cada vez recibe del público, pero, más allá de las ovaciones, su verdadera razón de ser y de actuar es la música en sí misma.
Su modo sincero de pensar y su pausada elocución denotan pues, el empeño consciente y desinteresado de un joven dominicano que a la corta edad de 20 años fue seleccionado director del proyecto musical más importante de nuestro país: el Sistema de Orquestas Sinfónicas Infantiles y Juveniles.
Con la batuta
Con apenas 29 años, Darwin entiende que sostener la batuta frente a una orquesta no es símbolo de poder, pues su función práctica ha decaído con los años. En realidad el también compositor se considera parte de una generación “que va creciendo junta, caminando con la música”, logrando así sobrepasar el rol estricto de director para convertirse en orientador y amigo de casi un centenar de niños que conforman el Sistema de Orquestas. “El trabajo con los niños es un trabajo inspirador, porque tú estás trabajando con el futuro de la música, con los músicos del mañana”, expresó.
Su gran pasión
A pesar de que no concibe la vida sin su vocación de director, como músico, su mayor pasión es la composición. “Cada obra tiene su propio camino”, y lo que más disfruta del proceso creativo, que lo inspira desde la adolescencia, es el desarrollo constante de las ideas. Se inclina por la música folclórica y ritual dominicana, parte sincrética de nuestra cultura y entiende que el componente principal de su creación es la disciplina.
Admite que lo más difícil de su carrera ha sido mantener la fe en un proyecto ambicioso pues nuestro país no tiene la tradición musical clásica de países como Austria e Italia. Aun así, dice sin acusaciones ni falsedades: “Yo no me imagino en ningún otro sitio porque quizá en otro sitio no desarrollaría la pasión por lo que estoy haciendo”.
Compositor residente:
Por su labor de 7 años en la música clásica, Darwin Aquino ha sido denominado como “la nueva estrella de la dirección orquestal dominicana”. Reconocido por la federación de jóvenes líderes emprendedores “Jaycees 72” como Joven sobresaliente 2006, y solo en el pasado 2007 por “Personalidades Culturales 2007” y “Hombre y Mujer 2007”, Darwin es el primer dominicano en la historia en ser designado Compositor en Residencia de la Orquesta Sinfónica Nacional, honor de suma envergadura para un artista.
Darwin Aquino nació en 1979 y su pasión por la música le fue impulsada por su padre, el artista de música popular Juan Aquino. A los siete años comenzó como violinista en la Academia Dominicana de Música, ganando importantes concursos nacionales y becas internacionales como intérprete. Con tan sólo 16 años ingresa a la Orquesta Sinfónica Nacional, con la cual debuta como solista.
Cuatro años más tarde, su desempeño como concertino de la orquesta le permite asumir el rol de director de la orquesta juvenil, hasta la fecha. Darwin es también licenciado en economía. Se considera un músico apasionado con grandes influencias de Mahler y Brahms, compositores de obras de gran formato y arraigo.
Encuentra inspirador ell balance “con muy buen gusto” entre la música popular y la de calidad que ha logrado Juan Luis Guerra como artista y confiesa que aunque en lo privado prefiere escuchar música a partir de la época barroca, consume todo tipo de música contemporánea.
Define su obra como de este tiempo y le entusiasma mucho la fusión inevitable entre la música popular y la académica, conocida en grupos como Apocalyptica.
Sus propias composiciones son una mezcla de la confradía al Espíritu Santo de Villa Mella, el gagá, la salve, entre otros que viene desarrollando desde hace unos diez años y que a mediados del año en curso saldrán en circulación en un disco llamado “Espacio ritual”.
Este incluirá obras del 1998 al 2007 en distintos formatos y con la colaboración de artistas como María de Fátima Giraldes y la orquesta del Festival de Santo Domingo dirigida por el maestro francés Philippe Entremont.
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