IDENTIDAD SUSTITUTA

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Muchas veces lo hemos repetido y vuelvo con ello: con el pretexto de que se trata de ciencia ficción, o sea, un género cinematográfico que propone historias que, casi todas ocurridas en un futuro impreciso, unas pocas dentro de nuestro presente y hasta el pasado, entonces surge aquello de que “todo puede ser posible”.
Porque, claro, usted, amigo espectador, no puede predecir el futuro, no puede negar la realidad de algo que aún no ha sucedido, y por ende caben juntos mansos y cimarones.

Veamos, a manera de ejemplo, lo que nos propone este guión de Michael Ferris y John Brancato, basado en la novela gráfica de Robert Vanditti y Brad Wasdole: en un futuro, como siempre, impreciso, una gigantesca corporación electrónica ha creado lo que ellos consideran algo genial: los sustitutos.

O sea, que usted es un agente de seguros, pero se encierra en su hogar, bien resguardado, y envía a trabajar a su sustituto, o sea, un robot archiperfeccionado, similar a usted, que es quien se arriesga a salir a las calles, a tener un accidente, a ser asaltado, etc.

En otras palabras, que se han copiado al dedillo las enseñanzas del tan famoso Dorian Grey, el malvado de mente y corazón que permanecía siempre joven mientras su retrato iba deformándose, pudriéndose, desintegrándose.

Es algo que se oye muy bonito pero que, ¿cómo es posible que la gente se lo trague? O sea, me refiero a los compradores de sustitutos, porque, díganme, ¿para que quieren tener un sustituto si ellos, los originales, los reales, no están disfrutando de la vida? Porque, caramba, eso de estar todo el tiempo (todo, así, como suena) encerrado en una habitación, acostado como un imbécil, no nos parece para nada el ideal de persona alguna.

Pero algo tienen que inventar para hacer sus películas los de Hollywood, y es por ello que podemos ver a dos Bruce Willis: el real, Tom Creer, calvo, ajado y achacoso, y su sustituto, que ostenta una juventud unida a un bisoñé rubio que debe ser el sueño real de Bruce.

Y, claro también, como es Bruce Willis, entonces nada de raro tiene que sea un maravilloso policía que descubre la “terrible trama”: los humanos que restan de verdad, o sea, aquellos que no tienen sustitutos, están armando una revolución, nadie sabe cómo porque, a juzgar por lo que vemos, no dispondrían de fuerzas ni para tomar por asalto una estación de policía, pero el asunto es mucho más complicado (e inexplicable) de lo que parece a primera vista.

Es cuando Bruce, ayudado por otra eficiente agente policial, tiene que resolverlo todo para que nosotros, los buenos humanos de verdad, podamos prevalecer y seguir habitando este mundillo tan repleto de dioses, disparates y películas ramplonas.

De “Surrogates” no nos parece mala la dirección de Jonathan Mostow, que Bruce Willis se ve bien, y que Ving Rhames es ahora mucho más feo y vociferante, sin olvidar a la gentil Radha Mitchell, que es la bonita del grupo.

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